Popularmente se conocen como juntas al espacio de unión que forman azulejos y demás superficies en suelos y paredes. Los profesionales, en cambio, lo identifican con el término lechada, refiriéndose a la mezcla blanca de cal o yeso con agua que sirve para rellenar las cavidades que quedan necesariamente entre los baldosines de todo tipo de pavimentos. Su función es mantener unidos los revestimientos e impedir que los bordes se rompan con el uso. Pero lamentablemente tienen una cara B: parecen tener una atracción especial para la suciedad y, en las zonas con más humedad, también el moho.
“Detrás de esas líneas negras que se apoderan de las juntas existe un riesgo para tu salud por el moho y el polvo que pueden retener, especialmente si eres asmático o alérgico”, apunta Home Serve, empresa especializada en cuidado y mantenimiento del hogar. La falta de iluminación natural o una mala ventilación pueden hacer que la humedad y el vapor del agua se concentren favoreciendo la creación de hongos. Y lo mismo sucede en el espacio de trabajo de una cocina, donde la acumulación de grasa se convierte en un foco muy atractivo para las bacterias.